Pasan por las calles principales de Luang Prabang y nos maravillemos con la cantidad de monges que habitan en esta ciudad. Todos los laosianos tienen que ser una vez en su vida monges y dedicar esa parte de sus vidas a la vida budista. Durante esta etapa de monges todas las mañanas piden limosnas para comer durante el dia y el resto del dia lo dedican al estudio y a la oración.
Nos sentamos en el suelo a la espera que una gran hilera de monges recogiesen nuestra comida. Nos sorprendió el silencio, el orden y la capacidad para esperar a su ración. Se nota que practican la meditación...
Y con esta experiencia más en nuestra mochila nos vamos a descubrir esas aldeas profundas del norte de Laos...
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